De Taxqueña a Santa Fe: el infierno de la movilidad en CDMX
Esta es la anécdota de un español que llegó a vivir a la Ciudad de México. Creyó que atravesar 9 mil kilómetros sería lo más pesado de su viaje, sin embargo, nunca se imaginó la misión imposible por la que atravesaría todos los días para trasladarse en esta capital.
Todos los habitantes de la Ciudad de México tenemos algo en común: somos víctimas y victimarios de una movilidad más allá de lo problemática.
A lo largo del año y medio que llevo viviendo en esta ciudad me he enfrentado a varios escenarios que evidencian la falta de un sistema de transporte público eficiente, una cultura vial en la ciudadanía, en fin, civilidad al momento de movernos.
Misión Imposible 1: Circuito Interior
Mi primer vía crucis móvil lo experimenté recién llegado a este enorme valle. Pensé que atravesar los más de 9 mil kilómetros que existen entre España y Méxicosería lo más pesado de mi viaje, qué equivocado estaba, once horas de vuelo no son nada comparado con la misión imposible que significó trasladarme del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) a la colonia Condesa.
Tras el vuelo, viene migración y luego, sentado en un taxi me di cuenta de que ¡no me movía!, estaba en un estacionamiento llamado Circuito Interior, no por nada en 2016 el TomTom Traffic Index sitúo a CDMX como la ciudad con mayor índice de congestión vehicular a nivel mundial. Ni cómo salir, ni para atrás, ni para adelante.
Hoy sé que esto se debe a que durante años las políticas públicas se enfocaron en fomentar el uso del auto privado, dichas políticas han llevado a que CDMX viva un colapso móvil que afecta la productividad de las más de 20 millones de personas que trabajamos en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM).
Se calcula que para 2020 habrá 7.5 millones de autos circulando por la ZMVM, en 2030 se podría alcanzar la cifra de 9.5 millones de autos, ante tal cifra yo sólo me pongo a pensar en que, sí la velocidad promedio actual es de 12 kilómetros por hora, ¿cuál será la velocidad en 2020, no digamos en 2030? ¡¿5 km/hr.?! ¡¡¿2?!!
Misión Imposible 2: Reforma, Zona Rosa y Roma-Condesa
Respiro. No pasa nada, esa gran distancia ha sido recorrida y vaya, no la pienso recorrer todos los días. En mi cotidianidad soy privilegiado y la mayor parte de mis actividades se concentran en el circuito que comprenden las zonas de Reforma, Zona Rosa, Roma y Condesa así que decidí que lo mejor que podía hacer por mí y de paso por esta ciudad que me recibe era ir a pie o bien, en bici.
¿Error?
No lo creo, pero tampoco acierto. Al oleaje asfáltico que impera en la Condesa y la Roma se suman los hoyos y hundimientos en el adoquín de la Zona Rosa, los parches por todos lados y bueno, ni qué decir del caos que se ocasiona en Reforma entre autos, peatones y bicis que quieren pasar todos al mismo tiempo sin importar a quién se lleven en el camino.
Uno ya no sabe a quién temer más pues en nadie impera la cortesía, la educación: se trata de la ley de la selva, la ley del más fuerte: nadie respeta los semáforos, ni a los policías que a ratos parece que no saben ni qué hacer ante el motín de cláxones y gritos que se producen cuando deciden “ordenar” el tráfico en el cruce de Monterrey y Avenida Chapultepec.
A este bonito escenario se le suma la perpetua obra pública en toda esta zona de la CDMX. Yo ya no recuerdo cuando fue que no di la vuelta en una calle y encontré la banqueta levantada, las vallas naranjas, el polvo. El saldo: una llanta ponchada por un hoyo del tamaño del mundo, una caída que lastimó mi rodilla, varios embotellamientos, tener que bajarme más de una vez de la bici y llevarla caminando, una que otra palabra altisonante…
La necesidad de hacer más eficiente la movilidad capitalina es urgente, no puede seguir postergándose. Las obras de las cuales ahora somos víctimas sé, tienen este propósito, lo veo: dotar a la ciudad, al menos en esta zona, de una infraestructura peatonal real donde la accesibilidad y el confort sean parte del día a día de todos los que se mueven en la capital del país.
Misión Imposible 3: la Sureña
Migremos al sur, esa lejana zona que conserva muchas áreas verdes, que aún tiene los vestigios de una ciudad autosustentable en Xochimilco, en donde los atardeceres y amaneceres se pueden ver pues, el paisaje urbano continúa siendo predominantemente horizontal.
Tristemente, en el sur los estacionamientos/vías rápidas también son una realidad, basta ver Río Churubusco y Gabriel Mancera a las seis de la tarde: parados, incluso con vendedores ambulantes ofreciendo un sinfín de productos entre los autos. A los estacionamientos se les suma un enorme peligro: los microbuses, sistema de transporte público que puede incluir ventilación personal si tienes la suerte de subirte a uno cuyo suelo esté roto (nada mejor que viajar fresco en verano).
En el sur el transporte público sí que es deficiente, hay metro, pero sólo hasta cierto punto, también tren ligero, pero (de nuevo), sólo hasta cierto lugar, las distancias son mucho más grandes que en el centro haciendo que la conectividad sea mucho más problemática, sobre todo porque dependen en demasía de estos hombres-camión, que, discúlpenme que lo diga así, manejan como si transportaran naranjas y no personas.
Los esfuerzos por mejorar la movilidad de los pobladores y trabajadores de esta zona también existen, actualmente se trabaja en la ampliación de la Línea 5 del Metrobús, la cual llegará hasta la Glorieta de Vaqueritos, esto significa que se conectaría el norte de la ciudad con el sur más allá de la conexión que la avenida Insurgentes logra en sus casi 30 kilómetros.
En su documento Ciudad: una tarea de todos, la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (SEDUVI) de la CDMX afirma que a lo largo y ancho de la capital existen 681.8 kilómetros lineales de transporte público y afirma durante los próximos años se trabajará en ampliar esta red no sólo con más kilómetros, también con la conformación de sistemas integrados de transporte que permitan una interconectividad eficiente.
Misión Imposible 4: Mordor a.k.a. Santa Fe
Cuando escuché que la gente le decía a Santa Fe “Mordor”, me reí.
Hoy, luego de varios viajes a esa importante zona corporativa, lloro como lloran aquellos desdichados que tienen que ir diariamente a trabajar aquí pues las horas y la energía que invierten en llegar, nadie se las pagará.
Se calcula que el capitalino promedio pasa 88 minutos al día en el transporte público, 30 por ciento pasan más de 2 horas al día. Ciudad de México es la segunda ciudad con los traslados más tardados a nivel global, además se coloca en el séptimo lugar de las diez metrópolis más contaminantes por tráfico en el mundo.
Ante tales cifras no podemos más que confirmar lo ya sabido: el urbanismo en Ciudad de México ha estado viciado por lo político, por lo económico, no se ha privilegiado la sustentabilidad urbana y por ello, cerca de 150 mil capitalinos migran a otras partes del país cada año, esto de acuerdo a datos de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF).
En Santa Fe llegar en auto particular significa un viaje de poco más de dos horas, llegar en transporte público tres horas o más. No puede ser que un trabajador que vive en Buenavista pierda entre 4 a 6 horas diarias para ir a trabajar, de nuevo: urge tener opciones eficientes de transporte público, urge tener más movilidad y menos autos, esa debe ser la premisa a seguir en cada plan de transporte, de desarrollo urbano futuro.
Misión Imposible 5: nuevas movilidades
Las vanguardias móviles, los vehículos eléctricos e híbridos, la interconectividad, la renovación y mejoramiento de paraderos, una redensificación llevada de manera cuidadosa son parte de los retos que enfrenta la Ciudad de México del 2017 de cara al futuro. Para nosotros en Lamudi no basta con construir más vivienda si no viene acompañada de una infraestructura de transporte y servicios públicos eficiente que repare de fondo la segregación social y urbana que enfrentamos diariamente todos los capitalinos.
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