HURMANISMO (primera parte)
Por MNU y Lic. Gabriel Ballesteros Martínez
¿Dónde perdimos el sentido social de la ciudad? ¿Cuándo dejamos de verla como nuestra propia casa, como la veían nuestros abuelos? Los enunciados básicos de nuestra política urbana, si es que perduran en el maltrecho Código Urbano, no alcanzan siquiera a dimensionar el conflicto social que estamos incubando; la paradoja es que nuestro desarrollo urbano carece de orientación hundido en una montaña de reglas. Aunque felices los abogados como yo, considero que un poco de ética y de humanismo urge en nuestro urbanismo.
Es tan seria la crisis de orientación de nuestro modelo de Ciudad, que las alternativas para dar solución a la crisis de movilidad urbana parecen limitarse tan solo destrabar nudos construyendo vialidades y distribuidores; el fondo del problema está intocado: no estamos haciendo nada para amortiguar la fragmentación social y espacial de la Zona Metropolitana de la Ciudad de Querétaro, ni para corregir el gravemente bajo indicador de saturación y densidad urbana que hoy tenemos. Seguimos autorizando una ciudad chaparra y achorizada.
Yo que tengo la oportunidad de hablar con empresarios, colonos y autoridades puedo darles testimonio de que son tres diálogos muy diferentes; intereses ofensivamente individuales y peligrosamente egoístas; un panorama desolador de absurdo en absurdo: cada colonia quiere su propio cuerpo de seguridad y su propia cerca; cada Presidente Municipal un erario infinito y su propio plan de ciudad; cada desarrollador nuevos suelos baratos y trámites urgentes aunque después las viviendas se abandonen por el costo del transporte público o el tiempo de recorrido. En este modelo entrópico nos ha tocado vivir.
Nuestros reglamentos municipales de construcción se han reducido a un tablero de juego entre abusados y vivillos, mientras nuestros instrumentos de control territorial papalotean según quien los interprete. Eso no se vale. Estamos acabando con la Ciudad que presumimos.
Y es que nuestra confusión institucional es severa; tanto que hablar de planeación participativa es sinónimo de soñar, señalar corruptelas es ofender y pretender nuevas instituciones de control urbano una osadía.
Recientemente escuche por primera vez la idea del –Hurmanismo–; neologismo para describir un urbanismo con sentido humano, sobre la sencillez de un modelo de ciudad a escala peatonal y una visión de hogar. Compacta y generosa en el espacio público; planeada por la razón no por el interés. Suave y sustentable; viva y serena. Una ciudad para la gente no para los coches. Sobre las mismas bases del nuevo urbanismo pero en un concepto que despierta simpatía y es sencillo de entender.
En esta ciudad de los mil arquitectos yo los invito a ser “hurmanistas” del nuevo Querétaro. Ahí se la dejo a los precandidatos, total ¿quién nos quitará lo romántico? En una de esas y hasta los dueños de la Ciudad se dan cuenta que así como la llevan no les vamos a durar ni la víspera…
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