El Arte de Concertar (Primera Parte)
Por MNU y Lic. Gabriel Ballesteros Martínez
Concertar los intereses en materia de desarrollo urbano y obra pública, no solo es cuestión de planos y explicaciones; no solo es materia de estudios sobre lo que es o no conveniente; con frecuencia ni siquiera es un tema que tenga que ver con dinero o ventajas inmediatas; concertar los intereses entre el gobierno, los vecinos y las empresas es un arte urbano que sucede delicadamente; fruto de la preparación, de la inteligencia política y del tino al escoger al negociador. Es consecuencia de la mano firme y del arte torero de no hacer caso a quien solo quiere llevar agua a su molino. Se da con información y se cosecha con humildad.
Siempre hay más de una solución ingenieril para cualquier entuerto urbano. Estoy seguro que el trazo del Distribuidor Querétaro Capital tiene varias opciones; como seguramente las tuvo el Bicentenario y como las ha de tener el que se realiza en la Plaza de Toros. Si uno se fija siempre hay que criticar, siempre alguien que pierde comodidad. Siempre una curva mal trazada, un letrero erróneo, un semáforo mal ubicado, etc…
Para frenar una obra pública solo basta politizarla: crear los buenos y los malos; dos bandos, los arbitrarios y las víctimas; después vienen analistas, representantes y políticos “wannabe” y queda fraguada la receta para una obra pública ensombrecida por la duda y la suspicacia. En los últimos años muchas son las obras que se han “politizado”: el dren norte en Carrillo se lleva los máximos honores, 12 años tardaron población y gobierno para ponerse de acuerdo. Se decía que era una treta para terminar expropiando a la gente. En otra zona de la ciudad, allá por el 2004 la regeneración de Pasteur Sur, fue tomada por ambientalistas encabezados por Pamela Siurob, que se amarraban a los árboles con un letrero de “no dejes que me maten” (si, aserto usted que siempre acierta, esos mismos que poco han logrado frente al aniquilamiento de jacarandas en Bernardo Quintana). En aquellos días hubo que garantizarle por escrito a los locatarios de la Central de Abastos, que esa modernización vial no significaba el inicio de su exclusión de la ciudad en corto plazo e incluso hubo comerciantes que exigieron al gobierno pagar su renta mientras la obra estuviera en construcción.
Muchas son las anécdotas. Otra de antología es la del puente de Industrialización –apodado en sus inicios “el puente de Rolando”– hoy conexión eficiente del centro de la ciudad con Hércules. Era, según los vecinos de Álamos Segunda Sección, un atentado a su seguridad y podría significar la debacle del valor del suelo. Si lo vemos hoy, salvo por el ineficiente retorno hacia el sur, lo estrecho del corte y el tamaño de las guarniciones, es indispensable para darle un respiro al nudo de Los Arcos y la Colonia no perdió calidad de vida.
El reciente enfrentamiento entre vecinos y autoridades municipales en la Colonia Arboledas no debe tomarse a la ligera. Es una muestra presente de los muchos idiomas que hablamos en la ciudad y de la falta de una estructura institucional para la concertación política y social de la obra pública. Es una muestra más de lo que nos urge el Instituto de Planeación Territorial; un detalle de lo mucho que hace falta el Diseño Urbano Participativo como eje de la preparación de los presupuestos anuales y, asimismo, de la urgencia que tenemos por una nueva Ley de Planeación (1991).
Escuchaba la semana pasada el relato del enfrentamiento entre la Señora Rojas, añeja representante de la Colonia Arboledas y el Presidente Municipal. Lamente lo sucedido pues ese desgaste mutuo lesiona las instituciones y no puede reducirse su análisis simplemente a una pugna PRI-PAN, cual entrenamiento para las elecciones que vienen. Por más antecedentes que la Señora Rojas tenga en el activismo priista y lo eterno de su cargo al frente de la Colonia, lo que sin duda demerita su legitimidad, ella no es extraña a otros, que respaldados por el PAN o el PRD han tratado de obstaculizar el desarrollo de la obra pública exacerbando la posible (o imposible) amenaza que significa.
Los americanos que todo abrevian describen al típico habitante que no quiere nada en su colonia como “NIMBY´s” (abreviatura de “not in my back yard”) que en español podría ser algo así como “NEMBOC” (“no en mi barrio o en mi colonia”). Dicho en más ranchero, es ese personaje alegador, representativo y con frecuencia más autoritario que sus vecinos, que dice “hágase tu voluntad Señor, pero en los burros de mi compadre”. No se ría, todos llevamos uno dentro, en cierta forma somos nemboc´s de closet, solo falta una gasolinera, un hospital o un table dance para sacarlo.
El diseño participativo y la planeación democrática son los antídotos para evitar que la obra pública sea electorera, impulsiva o tan solo emergente. Es la manera inteligente de evitar que un giro indeseable se inserte donde no va. Son técnicas y procedimientos que previenen el conflicto y garantizan armonía. En la próxima entrega hablaremos de ellos, así que por lo pronto aguante el tráfico que es por su bien!!
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