El progreso consiste en el cambio
POR: ANA PAULA MIER MONTERO
En el mundo, 1 de cada 10 personas sufre diversas discapacidades. En México, alrededor del 5.1% de la población sufre de alguna discapacidad y es necesario para la persona adaptarse si ha de vivir en ciudades que, claramente no lo tienen catalogado como una prioridad. Simplemente el diseño en el cual se basó la construcción de nuestras ciudades, no tiene ni el más mínimo sentido común acerca de lo que se necesita para que, por medio de dicha facilidad, erradicar la discriminación que existe hacia personas con discapacidad en el mundo urbanizado.
Ahora bien, abordemos el tema del urbanismo y accesibilidad en nuestro país ¿Cuántas veces ha pasado que hay alguien estacionado en lugar reservado? ¿Simplemente porque alegan que se tardarán solamente un momento? Este es el cuento de nunca acabar del mexicano, por más triste que parezca. Esos momentos en los que se ocupa un lugar designado, significa una desventaja para el otro, una necesidad de adaptarse una vez más pero, ¿Por qué debería? Porqué es como la sociedad ha dictado que son las cosas.
Simplemente por eso.
Hasta hace poco las consecuencias para los infractores de los lugares de “momentito” eran casi inexistentes pues pareciera que nunca se ha dado a esta situación la importancia que merece, seamos honestos, este es un problema social tan relevante como lo es la pobreza o la economía. Es deber social humano el tratar de buscar el bien común para todos. Y en este caso, la accesibilidad para todos.
¿Qué tan lejos está esto de ser una realidad? Como se ha observado últimamente, no todo está perdido: Las autoridades han tomado iniciativa para corregir esta conducta en la gente, resaltando que debe haber consecuencias a quien no respete
lo establecido e invitándoles a participar de forma ciudadana hacia un cambio pero, aún falta mucho por hacer. Es verdaderamente difícil modificar la conducta de un ser humano al que se le ha inculcado cierto patrón de conducta, a pesar de esto, no es imposible que sí cada uno pone de su parte para concientizar a los demás sobre la importancia de las personas con discapacidad y el papel que estas juegan en la sociedad, se haga posible que nos convirtamos en un país en donde sus ciudades no conocen límites.
Cuestiones como poner rampas accesibles en edificios públicos como bancos u oficinas, así como rehabilitar las banquetas para que, las rampas que sí están en funcionamiento, realmente cumplan con su cometido o el simple hecho de educarnos a respetar los lugares asignados, en primera instancia, parecen ser algo fácil, pero es cierto que implican retos para la obra pública, así como retos a la incansable resistencia del ser humano al cambio,
¿Qué es necesario entonces? Simplemente avanzar; Sin importar que tan pequeños que sean los pasos que nos llevarán hacia ese progreso, en el que podemos estar orgullosos de lo que hemos logrado como nación hacia una mayor concientización e innovación, en temas de accesibilidad y adaptación en donde conceptos tan necesarios como dependientes uno del otro ya no sean algo extraño.
Ahora bien, sí nosotros no logramos ponernos en “los zapatos del otro” ¿Cómo es posible que sepamos lo que se necesita para el cambio? Eso es justamente lo que se debe de poner en juicio a la hora de mirar hacia una ciudad llena de futuro como lo es Querétaro, así como también mirar dentro de nosotros como país, una nación incluyente y progresista por medio del cual enseñemos esa empatía, ese sentido común, ese humanismo que ha llevado a países antes que nosotros, uno de los más famosos siendo Estados Unidos.
Que su ejemplo y el deseo de superarnos nos lleve a desarrollar nuevas estrategias en el diseño y renovación de nuestras calles, lugares públicos, escuelas y establecimientos; bien se dice que los mexicanos somos una de las culturas más cálidas que existe a los ojos de los extranjeros, entonces, si siempre estamos dispuestos a aceptar a otros, ¿Por qué no aceptar a nuestros semejantes, de permitirles incluirse en nuestra sociedad y de brindarles esa independencia que tanto buscan ,no sólo en el aspecto humano si no como actores activos en nuestro desarrollo sostenible y nuestro urbanismo, para que no parezca que las personas con una discapacidad estuvieran pidiendo permiso para poder vivir entre los demás, como parte de una ciudad en donde no son parte de su estructura, sino que, sean todos capaces de mirar más allá y pensar ¿por qué no habría también de adaptarme yo? ¿Qué me impide como parte de una sociedad, permitirle a los demás que compartan mí mismo espacio? Pues bien dice la frase de Miguel Unamuno: “El progreso consiste en el cambio.” Simplemente queda preguntarnos si estamos dispuestos a aceptarlo y avanzar.