La Mariposa
Vagamente recuerdo haber entrado a la Mariposa que estaba a lado de Bancomer en Juárez frente al Zenea, yo soy del sitio Ángela Peralta para acá (1975). Las enchiladas verdes son indiscutiblemente mi platillo favorito acompañándolas con un exquisito preparado de sandía con hielo triturado. Y no es que le haga el feo a las queretanas pero el sabor de esa salsita de tomate es quizá, en sabores, lo que más me significa la queretaneidad.
Invariablemente después de pedir me entretengo leyendo en los ventanales, de revés, los anuncios al transeúnte que acompañan la fachada de tan aquerenciado sitio: aireveN, airetefaC, asopiraMaL. Siguen ahí desde que era yo chaval hasta hoy, inmutables previendo que algún despistado turista no dé con el icónico establecimiento: La Mariposa. Nevería. Cafetería.
Tengo recuerdos de todo tipo: mis hermanas y mi mamá hablando de cosas que no eran para niños; alguna » pinta» de la prepa; la grilla universitaria en todo su apogeo y después –ya mayorcito– más de una escapada a desayunar cuando era funcionario de educación, desarrollo económico o del Registro Público de la Propiedad.
Uno de esos recuerdos ayer me hizo sentido: bajo de mis enchiladas estaba ahí, como siempre, el plano de la ciudad. Unas veces en azul, ahora en rojo, entre coordenadas, simple y generoso pero sobre cualquier otra característica, amable. Ese plano que tantas veces nos ha capturado entre bocado y bocado y que estoy seguro que tu amigo lector, como yo, más de una vez has tachonado ubicando algún lugar conocido o por conocer.
Ayer caí en la cuenta que esa hoja de papel cebolla –varias veces mutante a avioncito cuando niño– fue sin duda mi primer contacto con el urbanismo. Gentil cortesía de la familia De la Vega a la nación, al turismo sin destinatario particular que contiene a trazos sencillos y cordiales el primer cuadro de nuestra metrópoli; señas para ubicar los sitios que dan orgullo a esta Ciudad: monumentos, iglesias, casonas, jardines y plazas.
También ayer me di cuenta que ahora lo reviso con cierta nostalgia…hace no mucho en el mantelito individual cabía toda la Ciudad; el mundo conocido de muchos queretanos cuadraba frente a nuestros ojos entre sorbo y sorbo de café con leche; nada faltaba. Hoy el tamaño carta dista mucho de ser capaz para expresar la gran mancha urbana que mucho he repetido aquí, considero se nos fue de las manos.
Quizá estas pequeñas cosas no te digan mucho querido lector, pero son ellas las que dan a las ciudades su carácter. Es posible que vendan un mejor café en Starbucks… lo que dudó y sólo pensar en interpretar el menú me envuelve un ataque de pereza. Quizá te puedas desayunar en ChiliKing por un unos pesos o atracarte una espantosa BigMac apaga el hambre cuando no se pudo salir de la oficina, pero poder sentarte en un lugar que te recuerde donde estas, quien eres e incluso te sugiera así, suavemente como disfrutar Querétaro, definitivamente no tiene precio.
Gracias a todos por sus mensajes a este columnista que hoy se puso nostálgico. Déjenme sus comentarios en Hacer Ciudad en Facebook y en el mail hacerciudad1@gmail.com o en el blog hacerciudad1.blogspot.com.