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Pacto Metropolitano

 Por MNU y Lic. Gabriel Ballesteros Martínez

Por  iniciativa del Presidente Municipal Roberto Loyola y en concordancia con el modelo de planeación instituido en el Nuevo Código Urbano, el día de hoy y teniendo como espléndido marco el antiguo palacio del Jardín Guerrero,  se firma el pacto de “voluntad política” entre los cuatro ediles de la zona conurbada de la Ciudad de Querétaro;  punto de partida para el Instituto Metropolitano que guiará la planeación, el ordenamiento territorial y la provisión de servicios compartidos en esta gran urbe. 

 

La voluntad política es una suerte de energía que enciende a la administración pública, un tesoro inmaterial, un intangible algo caprichoso y a veces caprichudo. Como los glóbulos rojos a la sangre, como la mitocondria a la célula, sin esa voluntad la emocionante experiencia de gobernar podría resultar tan aburrida y torturante como el partido entre nuestros aporreados plumíferos y el San Luis de la semana pasada. 

 

Y es que hay que correr riesgos, asumir liderazgos y reformar el pensamiento burocrático o morir y hay que hacerlo rápido pues el reloj municipal tiene manecillas muy inquietas; eso lo saben María, Toño, Enrique y Roberto pues para todos fue prioridad iniciar pronto con el tema urbano so pena que la agenda individual socavara el proyecto de una visión común de la Ciudad que todos nos ofrecieron en campaña; un discurso al que sus antecesores huyeron cual si fuera espanto de día de muertos.

 

A partir de este día comenzará sin cesar en Huimilpan, El Marques, Corregidora y Querétaro, el discurso sobre la vida metropolitana. Una nueva entidad que proteger y organizar; una nueva razón para orientar el gasto público, conceder concesiones, licencias y autorizaciones. 

 

Y es que el esfuerzo de coordinación administrativa y política que demandará este pacto presionará varias oficinas públicas tanto a nivel municipal como estatal. El solo hecho de compartir los programas de obra pública o iniciar el ejercicio de informar sobre los expedientes inmobiliarios de uno a otro ayuntamiento dentro del polígono metropolitano, prefigura un cambio institucional  mayor.

No más regidores y presidentes en fuga; no más endeudamientos injustificados para financiar lo privado; no más decisiones electoreras de la obra pública. Hoy nace el nivel metropolitano de pensamiento público. Hoy gracias a la predominancia de esa “voluntad política” se pone la primera piedra para la edificación de un concepto de sustentabilidad a la queretana y sin colores.  

 

Bravo presidentes, los ciudadanos estamos atentos y a sus órdenes…

Decisiones para los nuevos alcaldes metropolitanos

Por MNU y Lic. Gabriel Ballesteros Martínez
Separar la función pública de coordinar y gestionar el desarrollo urbano de la realización de la obra pública es una decisión elemental en los municipios modernos. La tendencia en las mejores ciudades del mundo es incluso emancipar la planeación urbana a un organismo ciudadanizado y dejar la gestión del desarrollo urbano en manos distintas de aquellas eminentemente ejecutantes de la obra pública; donde además –normalmente—estos son terceros de la iniciativa privada en libre competencia. 

En una ciudad que crece sin cesar como la nuestra y San Juan del Río (a otro ritmo pero también intenso), el problema es que la obra pública tiende ha convertirse en una herramienta de control “político” entre el capital vinculado a los contratistas y asimismo de atención socio-electoral de acuerdo a los resultados del último proceso; se hace sin planeación y distante de una visión y una política  urbanística prefigurada. 

Hace algunos años, en octubre de 2003 para ser preciso, el Municipio de Querétaro tomo la decisión de emancipar Obras Públicas de Desarrollo Urbano y Ecología creándose las Secretaría de Desarrollo Sustentable y la Secretaría de Obras Públicas. Una decisión que hoy ha mostrado ser correcta, pero que para ser perfecta le faltó el ingrediente de la planeación previa y mejor aun — previa, participativa y ciudadanizada… 

Las lluvias torrenciales de septiembre de 2003 y la red de drenaje pluvial que se volvió prioritaria; el Parque Bicentenario para el 2010 y casi al mismo tiempo el Centro de Convenciones en el Tángano con aspiraciones nacionales dan razón a mi comentario. Ejecución sin planeación sobre la base de una pequeña oficina de desarrollo urbano que fue aprendiendo a prueba y error sin una instancia de planeación activa y eficaz.    

Los municipios que tienen la oportunidad de tener ya emancipadas esas funciones no deben volver al esquema monolítico de las secretarías todólogas juez y parte y, asimismo, los municipios que pueden, deben intentar seguir las huella de ciudades como Curitiba en Brasil o Portland en los Estados Unidos, donde unos –los ciudadanos– sueñan la ciudad, otros –la burocracia normativa– la organiza, y otros, ingenieros, contratistas, arquitectos y demás la hacen realidad de acuerdo a los que se ha decidido entre todos, con metodologías democráticas. 

La obra pública es tan solo una consecuencia donde el origen es y debe ser la planeación.  La red económica y el desarrollo social en concordancia con el respeto y el cuidado al medio ambiente, su única guía. 

En el sector público, conjugar las tres actividades en una sola oficina ha sido históricamente una equivocación, pues la tendencia es crear una burocracia autoritaria y además condescendiente con el capricho del poderoso, poco afecta a considerar las opiniones ciudadanas. 

Así pues, vayan estas líneas preocupadas con dedicatoria precisa a nuestros nuevos gobernantes municipales: la obra pública, la planeación y la organización del desarrollo sustentable, si bien complementarias, son tres funciones bien distintas, cada una en su cajón, cada una con su guardián. Eso es lo contemporáneo, lo que sigue… 

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Loyola y los Acuerdos

Por MNU y Lic. Gabriel Ballesteros Martínez
Ocioso que luego es uno viendo una de las transmisiones desde Londres me quede pensando ¿Qué tiene ese pueblo que no tengamos nosotros para haber logrado los acuerdos necesarios para tener la Ciudad que tienen? Vinieron a mi mente una avalancha de respuestas, entre otras: dinero, historia, coraje, gusto, clase…
En un primer momento quedé conforme pero después, necio desde chiquito, le di otra vuelta al tema. ¿Dinero? Pues eso depende de cuantos sean y como lo gasten: tema presupuestal, asunto de orden y calendarios, no lo veo como factor determinante, me dije. ¿Será el peso de la historia? Y categórico reflexioné –pues nosotros tenemos una, si más cortita, pero igual o más intensa— Camino Real, Cuna de la Independencia, Sitio de la República y fin de la Revolución.  

Luego pensé en el coraje y me dije en tono paternal: ese es atemporal; es signo de cada generación, mueca efímera ante las situaciones. Más bien, concluí, la idea a razonar debe ser, amor propio… Pasé después al tema del gusto y la clase. Pensé en lo diferentes que somos de un londinense cualquiera y me llevé a mi mismo, valiente, a la conjetura que de ninguna manera carecemos de la oportunidad de mostrar gusto o clase. Fue cruel de mi parte darme con ese palo, pues luego caí en la cuenta de que con Doña Elba Esther al mando de la educación nacional y con la familia peluche como modelo, es un tanto arrogante ponerse tan sácale punta…

Pero no desfallecí; sobrepuesto revisé en mi mente la clase y el gusto de nuestros ancestros. La gallardía de Tulum cuidando el Caribe; la armonía y el romanticismo de Uxmal o la magnificencia de la Gran Tenochtitlan que dejó mudos a los frailes educados de aquella Europa, que ya era E-u-r-o-p-a por entonces.

¿Sería el mestizaje entonces? Y otra vez lo negué rotundamente al recordar nuestros conventos, nuestras casonas señoriales. ¿Será la era tecnológica? pero nuestros recintos del siglo veinte y veintiuno pensados por Barraganes, Teodoros González de León, Artigas y similares –muy mexicanos—me alejaron de esa idea.

¡Será el agua! concluí, como decían nuestras abuelas queretanas cuando ya no había más que decir… Lo que si me puedo explicar es que lo que no tenemos son acuerdos. Nos falta presente colectivo. Nos falta creer en nosotros.

Sin acuerdos no hay instituciones y sin instituciones no hay ciudades bellas, funcionales y ya después, si tu amable lector me permites el adjetivo, grandiosas. Sin acuerdos las ciudades contemporáneas nos están quedando así… chaparras y extendidas sin nada que nos haga sentir por ellas orgullo y pertenencia. Pinchitas; sin chiste, sin gracia.

No se trata de aspirar a 400 kilómetros de subterraneo ni a hacer del transporte colectivo un ícono nacional de dos pisos. No se trata de un bombín o volvernos puntuales; se trata de representarnos en la Ciudad con orgullo y que la Ciudad nos represente como aspiramos a ser. Se trata de asumir un carácter –que si tenemos– pero que nos lo negamos por falta de interés, de impulso, de motivo claro. Por falta de acuerdos.

Anticipo desde esta columna las decisiones que intuyo acertadas, habrá de tomar el Presidente Municipal Electo Roberto Loyola Vera para conducir al IMPLAN hacia su postergada gloria; presiento el rescate de la queretaneidad con visión de barrio; avisoro detalles en el espacio público que nos dejarán una grata impresión y menos vacíos urbanos. Presumo la conclusión, de una buena vez, de la multifactorial reforma al transporte público de la Capital.

Yo como queretano y con un dejo de realismo no aspiro a más en 36 meses. Espero y quiero pronto acuerdos. Acuerdos para recuperar el gusto y el orgullo de hacer ciudad y no solo negocios de suelo.

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Cuidado con el gatopardo

Por MNU y Lic. Gabriel Ballesteros Martínez
Si no procuramos de inmediato la institucionalización a nivel municipal de la reciente reforma al Código Urbano, los que no querían cambios van a tener la oportunidad de hacer gatopardismo: cambiar algo para que todo siga igual. 

Cuando la difusión del cambio es pobre –limitada solo a un círculo de iniciados– el cambio corre el riesgo de incitar a los conservadores y a que estos busquen –bajo su patrocinio–  empoderar a otros hasta conseguir que los efectos de cualquier cambio se retrotraigan o en el peor de los casos se estabilicen sin causar mayor daño a sus intereses. Solo basta revisar la historia. 

Muchas son las tareas para lograr el desarrollo institucional de la Reforma al Código Urbano;  para lograr el efectivo nacimiento de las nuevas estructuras de control y gobierno de la planeación, así como de la gestión y el ordenamiento territorial. Esta es una agenda que la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas del Gobierno del Estado debe asumir como la más alta prioridad.  

Por más que la inercia de tantos años solo pegando tabiques y haciendo pasos a desnivel los impulse, estos trabajos deben estar por encima de la obra pública, incluso de la tan esperada –como sin duda lo es, solución del nudo de Los Arcos–. Es hora de colgar el casco y arrastrar el lápiz; es la hora del detalle, la hora de hacer política urbana; política de finos acabados y alcances duraderos.  

¿Quien se puede declarar inmune a la inquietud que trae consigo el cambio? Si cualquier modificación de las circunstancias personales altera nuestra tranquilidad, cuando esta modificación es institucional y económica no solo se dan efectos en lo particular; se altera el status quode lo público y, casi siempre,  la ignorancia y la desinformación ponen en marcha una maquinaria de poleas que jalan y estiran el psique colectivo con una fuerza peligrosamente reactiva que solo se resuelve con difusión, diálogo y humildad. 

Hoy recomiendo la lectura de Giuseppe Tomasi de Lampedusa  que inspirado en la Sicilia de principios del siglo pasado  legó a los mexicanos en  «Il Gatopardo» una idea que sintetiza  el derrotero que pueden sufrir –en las democracias en proceso– las ideas e incluso las leyes que no se institucionalizan debidamente.  

Y es que vale la pena hacer un poco de historia para que tenga sentido lo que acuso: en 1992 después de la nada sencilla tarea de parir un vanguardista Código Urbano, ejemplo en su momento para todo el país, una fuerza no identificada impidió, hasta el pasado 30 de mayo de 2012 que la ley urbana se pudiera reglamentar y que sus instituciones (como la Comisión de Conurbación por ejemplo) pudieran funcionar debidamente.  

Siempre hubo un pero, siempre hubo un «no es el momento»;  siempre hubo un «déjame lo reviso» pero la realidad fue que vivimos 20 años sobre reglas no escritas, criterios trianuales, corrupción  y múltiples gurús  e interpretadores del urbanismo que expandieron la zona metropolitana sin recato alguno. La sencilla, sincera y urbanística visión de Enrique Burgos y de diputados como mi querido maestro Carlos Arvizu García o de abogados y notarios como Sergio Zepeda Guerra, por entonces Director Jurídico del Gobierno estatal, quedó permanentemente inconclusa.
Dada la experiencia  y teniendo tres años por delante, considero que el Secretario Sergio Chufani Abarca tiene la responsabilidad de apoyar al Ejecutivo en la compleja tarea de conducir la institucionalización de la reforma al Código Urbano y no puede ni debe dejar solo en manos de los actores del desarrollo urbano la interpretación y edificación de los nuevos acuerdos.  

Si la obra pública anunciada la semana pasada es importante, mucho más importante resulta guiar a los nuevos ayuntamientos, a los nuevos secretarios y directores municipales hacia una actitud receptiva y colaborativa para lograr construir una visión urbana común del Estado de Querétaro y sobre todo un modelo coercible. ¡Cuidado con  el gatopardo! 

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Loyola y Rivera desde sus propuestas urbanísticas

Por MNU y Lic. Gabriel Ballesteros Martínez
Terminaron las campañas en el Municipio de Querétaro y de todo lo que escuche, leí y pude alcanzar a entender en materia de desarrollo urbano, ordenamiento territorial, política de suelo y desarrollo institucional para la planeación, esto es lo que resumo:
Armando Rivera centró el debate en su propuesta de municipalizar el agua, propuesta que me parece retrograda, que no ilegal aclaro, cuando la tendencia en las urbes del mundo y del país, como la Zona Metropolitana de la Ciudad de Querétaro, es crear servicios a esa escala en lugar de celularizar la administración del servicio en cada municipio conurbado. No me quedo claro como es que en verdad pueda afirmar que resulten más baratos a la ciudadanía los litros que consume y eso se refleje en su recibo; el costo del financiamiento y el mantenimiento de la infraestructura en una ciudad tan extendida como la nuestra simplemente no lo soportaría la administración municipal.  
Por otra parte, a este respecto externé mi opinión incluso en diversos medios, en el sentido de que tengo antecedentes de que la verdadera intención que ha tenido Armando desde hace años es concesionar la administración del agua a una empresa privada, como ya se lo propuso en 1998 a Ignacio Loyola siendo Secretario de Desarrollo Económico, lo que me deja inquietudes particulares en cuanto a la negociación que esto implicaría y el tiempo de implementación que obligadamente tendría. En este contexto veo lejano que alguien pueda llegar a pagar 20% menos en su recibo de forma inmediata. Bueno, ni siquiera lo veo posible en los tres años del periodo constitucional. 
Propuso también regalar 10,000 bicicletas al año, lo que me dejó la imagen de 10,000 peligrosas pistolas cargadas si este número de néociclistas comienzan a convivir en el primer año de gobierno con el sistema de transporte colectivo que tenemos –sin exagerar uno de los más desordenados del planeta—y es que por más veloz que sea la administración ni está el dinero ni suena democrático gastar el dinero público de ese modo.
Luego del encuentro en el ITESM corrigió y agrego a la propuesta construir 100 kilómetros de ciclovía pero aun así no me queda claro dónde esta el espacio urbano para esa cantidad de área dedicada y si en verdad hay un estudio serio detrás de su urgente propuesta.
Por lo que ve a los cambios de uso de suelo, se limitó a decir que esos los pide la gente y los autoriza el cabildo (¿?). La más clara de todas sus propuestas, para mi gusto, fue la de declarar más zonas reservadas (con macetita virtual incluida); sin embargo más bien me supo a una suerte de antídoto obligado para vacunarse de los antiguos y presentes señalamientos que pesan en su contra, en sentido de que su Ayuntamiento (2003-2006) le cambio el destino a más de 12,000 hectáreas.   
Por el otro lado está el foro de expertos organizado por el candidato Roberto Loyola donde hombres y mujeres prestigiados del urbanismo ayudaron al candidato priista a –con una mayor conciencia colectiva y una visión integral de la agenda urbana que debemos abordar– plantear las bases de lo que sería una política de amplio espectro para atender el desorden urbano en que actualmente está el Municipio de Querétaro. Sin prisas y con rumbo.
En materia de planeación urbana, el candidato se comprometió con el gremio de urbanistas a impulsar una gestión adecuada de la metropolización, así como a planear y regular el suelo considerando la conurbación con El Marques y Corregidora. Pero sobre todo se comprometió a rescatar el IMPLAN creado y luego dejado morir por el mismo PAN.
En materia de infraestructura se hizo un compromiso con una agenda en materia de conectividad y se puntualizaron cuatro obras viables relevantes; deliberó la forma como deben ser inhibidos y atendidos los asentamientos irregulares y comprometió la creación del Observatorio Urbano.
Por otro lado, atendiendo a la problemática de una ciudad fragmentada como la que tenemos, se hizo el compromiso de impulsar una política de ordenamiento en sentido de llenar los muchos vacíos urbanos existentes, antes de habilitar más suelo nuevo; señaló que no se aceptará más espacio público residual y pedirá calidad tanto en la obra privada como en las donaciones que terminan en el patrimonio municipal.
En materia de sustentabilidad se comprometió a mantener una política activa de protección y declaración de más reservas de suelo urbano y a procurar un balance en el Centro Histórico en materia de bares y restaurantes. Para la movilidad ofreció inversión en banquetas e infraestructura para el ciclista, incluyendo la reubicación recién hecha en Av. Universidad, así como apoyar el programa de reordenamiento del transporte público iniciado cuando fue Secretario de Gobierno estatal.
De todas sus propuestas, la que sin duda me dejó mayormente entusiasmado, es la de impulsar los reglamentos municipales que se deben desprender del Nuevo Código Urbano, pues a él no le parece que viole la libertad municipal ni le incomoda (como a su adversario Armando Rivera…) la Procuraduría del Medio Ambiente y el Desarrollo Urbano a punto de nacer.
Terminaron. Tan-tan. Ahora todos a votar. ¿Ya sabes dónde es tu casilla?
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Agenda Urbana 2012

Por MNU y Lic. Gabriel Ballesteros Martínez

La agenda 2012 en materia de política urbana no es poca cosa; el año que comienza podría ser un hito en la historia de nuestro país o bien otro año perdido. Hoy estamos ante la consolidación de la Reforma Constitucional en materia urbanística, la Nueva Ley de Asentamientos Humanos y el nuevo Código Urbano para el Estado de Querétaro, instrumentos que obligarían a su vez a configurar un nuevo compendio de reglamentos municipales.

Si los políticos quieren y los empresarios del desarrollo urbano masivo lo permiten, en este 2012 se podrían lograr las reformas de política urbana que nos urgen. Todo lo que se requiere debatir está en la mesa; de hecho, casi todos los acuerdos que se requieren están tomados y solo falta el impulso de aquellos que siendo unos cuantos, quieran dejarnos pasar a la siguiente etapa; aquellos que más allá de su siguiente cargo público o su siguiente mega negocio, se la quieran jugar por la sustentabilidad de las ciudades mexicanas.

Emergencia urbana fue la conclusión del V Congreso Nacional de Suelo Urbano sucedido en Tijuana el 8 y 9 de diciembre pasados; una conclusión espeluznante después de analizar cifras e indicadores que prefiguran el caos urbano ambiental en unos cuantos años, de hecho en esta generación. Si seguimos oponiendo resistencia a la reorientación de nuestras instituciones, si seguimos sin fortalecer controles y sin planear con visión de interés público, vamos directo a una colisión de intereses que llegará a ser por la mismísima supervivencia tipo Mad Max.

Más allá de exageraciones gráficas, la nuestra es de esas emergencias con sirenas y paramédicos, de atención inmediata y en algunos casos, en algunas ciudades de México, de resucitación. Y es que la política urbana no se hace con parches ni remiendos de obra pública, se hace con acuerdos políticos y sacrificios; se logra cuando concesionarios, contratistas, arquitectos, políticos y ciudadanos comparten una visión y la trasladan a la Ley; se da cuando esa ley se vuelve fuerza pública si es necesario y con los pantalones bien puestos se le devuelve al suelo su valor social. Está bien fácil…

Si a la mexicana estábamos esperando el caos para reaccionar déjenme sorprenderlos: los kilométricos acueductos, los cerros de basura que sin utilidad enterramos; los programas hoy no circula que estamos por implementar y los millones de pesos que hay que invertir en infraestructura para la movilidad, son solo leves ejemplos de la crisis hacia la que nos dirigimos. De seguir sin ley urbana lo que viene como en muchas ciudades de este país, es la ingobernabilidad del espacio público y peor aún, todos los efectos de la fragmentación social que es el episodio final de esta novela apocalíptica.

Pareciera estar rudo el panorama para legislar. En el mes de enero tendremos el Congreso de Movilidad Sustentable en Querétaro para seguir dándole la vuelta al tema del transporte colectivo, quizá otra vez sin entrarle de lleno; en abril candidatos promesas y… mas promesas… quizá compromisos; en julio elecciones y en septiembre se van los actuales diputados, esperemos no por la puerta de atrás. Para el mes de octubre nuevos presidentes municipales y el 1° de diciembre nuevo Presidente de la República…

No obstante estas circunstancias y frente a este nada prometedor año que comienza, el nuevo urbanismo mexicano estoy seguro que resistirá y seguiremos neceando. No puede haber tregua electoral cuando la impericia legislativa nos ha llevado al extremo.

Yo invito a todos quienes desde la posición de ciudadanos hemos asumido el compromiso de impulsar un cambio institucional, a que insistamos y logremos con nuevas leyes la recuperación de la soberanía popular sobre el desarrollo urbano, la planeación y el equilibrio ambiental. Hagamos que 2012 año difícil –como todos los electorales—no sea otro año perdido.

Cuando el futuro nos alcance (III): Los precandidatos y la Ciudad

La Ciudad no merece ya improvisaciones, parches ni ocurrencias. Cuando el futuro nos alcance en 2012 quien quiera ser presidente de uno de los municipios conurbados que forman la Capital, debe ser capaz de explicar líneas definidas de política urbana. Debe dar muestra de entender y ser capaz de integrarse a un solo equipo, el del Gobernador Calzada, más allá de los colores que abandere. Sobre todo, debe declarar un compromiso con la sustentabilidad, más allá de representar los intereses de sus patrocinadores –o peor aún– los suyos propios.

Preocupa particularmente el futuro del municipio del centro. La ventaja que pareciera tener Armando Rivera dentro de Acción Nacional es –y lo digo con conocimiento de causa—un riesgo para el recurso suelo.

Armando es proclive a ponderar el privilegio sobre la razón; le gusta favorecer intereses poco solidarios y nunca desecha la idea de integrarse como agente económico valiéndose de sus decisiones como político.

¿Su técnica? es la misma que ha perdido al PAN en todo el país: mucho gasto público a través de programas populistas adornados con propaganda excesiva y obra pública rimbombante; mientras, se aprovecha ese “equilibrio” para servir a grandes negocios que apuntalan al más rico, mediante concesiones, cambios de uso de suelo, favores y descuentos… No, no se me hace que vaya por ahí. Querétaro no necesita tanta experiencia en un Alcalde, sobre todo cuando el personaje no tiene más objetivo que llegar a 5 de mayo y Pasteur (aunque no tenga bien claro para qué…).

En el otro lado, entre los precandidatos que han sonado del PRI, los personajes si bien diversos en estilo, están cortados con una sola tijera, todos hacen ciudad: Abraham González, Alfonso García Alcocer y el recientemente incorporado a la pasarela, Juan Arturo Torreslanda, se dedican profesionalmente al desarrollo urbano. Si partimos de la base que no hay desarrollador dócil, más allá de gustos y posibles críticas a la manera como lo hacen, su participación en la urbe es antigua y generalmente para bien, tanto público como particular.

En 2012 tenemos que lograr la unificación definitiva de una verdadera política urbana con una de desarrollo social sin etiquetas. La lucha por la alternancia democrática y el valor del voto es tema de los noventas; hoy, a la Ciudad le urge un equipo de personas en el sector público, que tengan una conciencia de futuro y un mínimo de respeto histórico. No necesitamos a nadie que venga a “rescatar” lo que perdió ó venga a “trabajar para nosotros”.

El equipo de presidentes y regidores del próximo periodo constitucional debe impulsar y defender un proyecto metropolitano. Para ello cada uno deberá ceder la oportunidad individual de su trienio para entregar su fuerza y potencial a la causa de la Ciudad, con “C” mayúscula. Tienen una chamba muy fácil: cambiar el “chip” de la política municipal tradicional, por el de la visión de Estado que trajo consigo Pepe Calzada. Deberán unir presupuestos, revitalizar los reglamentos con una visión homogénea y entrar de lleno a la etapa de la planeación conjunta.

González, García Alcocer ó Torreslanda; Tamborrel, Nava ó Rivera; Zapata ó Montoya… quien sea; si no nos ofrecen un proyecto con visión ¿para que los queremos?…

Termino esta serie con una anécdota: hace algunos años mi esposa (q.e.p.d.), molesta por mi ausencia en casa, me hizo levantar la mirada hacia el Centro Sur apuntando al – por entonces– nuevo edificio municipal donde yo trabajaba. Me preguntó –¿tú crees que en verdad nos importa lo que pasa allá?…– ante mi respuesta afirmativa, me dijo asumiendo su papel de ciudadana común, lo que por su contundencia fue una lección que me dejó en total silencio… –¡¡pues si no saben lo que pasa acá ¿cómo quieren que los quieran?…!! ahí se las dejo.

Cuando el futuro nos alcance (primera parte)

Por MNU y Lic. Gabriel Ballesteros Martínez

Con miras a la próxima elección municipal, el futuro de la Zona Metropolitana de la Ciudad de Querétaro es una incógnita en todo el sentido de la palabra. Sin una visión de largo plazo compartida entre los municipios conurbados; sin un acuerdo político en materia de planeación y, sin un control efectivo de las decisiones sobre la obra pública, caminamos de nuevo sin rumbo claro, a la selección de los alcaldes que tendrán para gastar cerca de 4,500 millones de pesos entre el 2012 y el 2015.

¿Que esperar ó más bien dicho que pedir? Las precandidaturas son tan abundantes que las filas llegan a Conin. En la baraja de personajes parece que hay de todo: los necios ambiciosos; los nostálgicos del poder que quieren más; los nuevos políticos emanados de la sociedad civil organizada y los de siempre, que acostumbrados a mandar piensan que si no son ellos, será alguien que puedan controlar.

De acuerdo con nuestro sistema electoral –se supone— son los partidos los que deben preparar una plataforma o propuesta electoral; y para ello consultar a sus militancias. Supuestamente también, para eso les damos financiamiento público, de tal manera que permanezcan en contacto con el pueblo y puedan saber que queremos; sin embargo, subyace la pregunta: ¿algún partido estará preparando un proyecto de política urbana para la Ciudad?…

Como no lo creo pero me encantaría estar equivocado, los invito a estar pendientes, pues ya pronto llegará el día que los próceres partidistas y los candidatos tendrán que decir esta boca es mía, y se darán cuenta que contrario a otras ocasiones, la gente estaremos muy atenta a escuchar que visión se propone de la ciudad, del uso del suelo y de la inversión en obra pública.

Ya no queremos que se repita la historia de los presidentes municipales actuales, a quienes el futuro ofrecido en junio de 2009 se les ha vuelto un presente incómodo que les quita el sueño, que los domina y los desespera. Es un futuro que los ha alcanzado, mientras su proyecto original se disuelve de reunión en reunión y de discurso en discurso, igual que un alka seltzer en medio vaso de agua.

Las experiencias con el Gobierno de Francisco Garrido y los gobiernos de la Capital de Armando Rivera, Manuel González Valle y Francisco Domínguez (aun en proceso) nos han enseñado que si no nos ponemos abusados, la ciudad se nos puede salir de control definitivamente y después no habrá dinero que alcance para volverla a zurcir con mega puentes o “soluciones” de todo tipo.

Y es que hay que ser francos, hoy –a toro pasado– cuestionamos la falta de transparencia con que se manejaron la Ciudad de las Artes, el Fray Junipero o el Bicentenario. Nos hemos puesto muy comparativos con el avance del Distribuidor Capital, pero la verdad cuando hemos tenido la oportunidad, pocos muy pocos han levantado la mano para señalar, más allá de corruptelas (que es otro cantar), que en lo urbano las obras resultan –por una o por otra razón– carentes de soporte social efectivo, calidad o pertinencia.

Aquel que quiera el voto, vaticino ya no le será suficiente comprarse una militancia, o atemorizar a los grupos con su supuesto músculo electoral. El que quiera gobernarnos tendrá que demostrar claramente cuál es su verdadero propósito; para qué quiere ser uno de los presidentes municipales de la metrópoli y ganarse con propuestas serias y posibles, la oportunidad de ejecutarlas.

Gracias a todos los que siguen esta columna, pues cada que nos envían un mensaje se sostiene el entusiasmo. Los invito a seguir el programa Hacer Ciudad durante el mes de junio por www.radiociudadypoder.com donde haremos un recorrido por la historia de nuestro urbanismo a través de los gobernadores de Querétaro sus obras atinos y desatinos.