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Caminito de la escuela
/0 Comentarios/en Hacer Ciudad /por Hacer CiudadPor Gabriel Ballesteros Martínez
Hoy recuerdo con cariño el madrugante y aterrador grito que profería mi mamá con frecuencia cuando estaba yo chavito… “¡te va a dejar el camión…!”. Un brinco, me apuraba y después de dos pitazos que confirmaban el riesgo del que había sido anticipado por la autora de mis días, subía dos escalones y saludaba a Don Panchito, el recordable chofer que me llevaba a la primaria. En el Querétaro de 1978 algunas escuelas ofrecían a sus familias el servicio de transporte escolar… ¿porque hoy no?.
Recuerdo que el camión de la escuela era muchas cosas además de un medio de transporte que resolvía y mejoraba con su presencia el tráfico de aquella ciudad en sus incipientes horas pico. Era primeramente centro de intercambio de tareas y canje de estampitas; funcionaba como escenario para improvisados conciertos corales con los que nuestra apreciación musical se fortalecía a la voz de “al chofi no se le para”; refugio de la última pestañita; alcahuete de los primeros coqueteos; pero sobre todo era un espacio ideal para hacer amistad, para compartir la infancia y sufrir generosamente la pubertad a manos de algún grandulón que te agarraba de puerquito.
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Es muy posible que todo este tema sea de percepción y tenga un contenido de naturaleza psicológica que no alcanzo a descubrir, sin embargo nadie puede negar que hoy a Querétaro le vendría muy bien el transporte escolar como medida de mitigación del tráfico. A nadie le está acomodando sufrir traslados de 40 minutos y hasta una hora para ir a dejar o a recoger a los hijos s la escuela. Solo basta una tarde en el nudo de los Arcos, donde hacia las tres de la tarde circula el flujo de por lo menos diez escuelas, para comprobarlo. Propongo que así como estamos haciendo los bienvenidos mega puentes, pusiéramos empeño en incluir dentro de la lista de pendientes de política urbana, el impulso al transporte escolar; Estoy seguro que no tiene mayor dificultad revisar lo necesario para conceder facilidades a quien quiera dedicarse a esta noble empresa y para que se realizaran las habilitaciones legales y urbanas necesarias de tal modo que sea un medio de tránsito seguro para nuestros hijos. Si en el 78 nuestros padres le tenían confianza porque ahora no?
Para aquellos que esto no parezca posible, vale decir que esta solución es la fácil, porque la de fondo es evitar largos recorridos por causa de la actividad escolar. Los cánones de la economía y el urbanismo dirían que lo apropiado es no mover masas dos veces al día y a la voz de que la mejor escuela es la que está cerca de tu casa, la salida sería decretar la distritalización de los servicios educativos (de educación básica para empezar) y establecer que nadie puede inscribir a sus hijos en una escuela fuera de un equis radio alrededor de su domicilio.
P.D. Desde aquí mando un saludo a dos estupendas amigas del camión de la escuela. Federica Pratelesi y Alejandra Gómez Flores.