¿Podría existir algo así como la medicina urbana?
El diseño urbano en aproximación a una concepción de la medicina urbana, puede concebirse como la ciencia que estudia las intervenciones humanas individuales o en un conjunto sobre las estructuras y redes de la Ciudad para curarlas mediante tratamientos e intervenciones quirúrgicas, o bien para prevenir enfermedades mediante el fomento de buenos hábitos de salud constructiva y comportamiento en la red, denominados patrones.
La Ciudad es un organismo vivo, que se alimenta y excreta; desdobla con furia su actividad y descansa; tiene un torrente sanguineo hidráulico y procesa energicamente sus emociones mediante terminaciones nerviosas que convergen en los centros urbanos, las plazas públicas y los edificios del gobierno. Transforma materia en energía y realiza un sinfín de combinaciones moleculares en los distritos comerciales e industriales que le permiten llevar la cuenta de sus flujos y substancias. El gobierno municipal, como cerebro prinicipal y sus extremidades traducidas en corredores urbanos, calles y callejones, van conformando un cuerpo no siempre vigoroso, proclive a la desestibilización de sus prinicipales indicadores y signos vitales.
En efecto, se puede hablar de una Ciudad enferma y de una Ciudad sana. La Ciudad mantiene diversos sistemas funcionando a través de sus órganos y tejidos. Como sucede con el cuerpo humano, su estado puede ser dictaminado de plena y cabal salud hasta grave de pronóstico reservado, pasando por el más común dictamen de leve y estable.
Para el diseñador urbano la preocupación principal es evitar que partes de la Ciudad sufran gangrena y se necrosen, ya que amputar es una práctica imposible. Los órganos inútiles, mediante el fenómeno de la emergencia, crean disfunciones nuevas. Áreas enteras de la Ciudad o pequeños nodos aparentemente insignificantes que mutan formando y expandiendo células cancerosas que contaminan directamente o envían agentes nocivos a otras partes de la urbe. Bandalismo, vacios urbanos cual guaridas y lugares prohibidos incluso para las fuerzas del orden.
Los padecimientos comunes de la Ciudad.
1.- Desconexión aguda: debida a la proliferación de proyectos condominales cerrados como cuerpos extraños encapsulados, que ofrecen “seguridad” y “exclusividad”, alejados de la zona urbanizada o integrados en ella sin lograr tal cosa.
2.- Segregación social y fragmentación para el intercambio celular adecuado: motivada por la segmentación económica de la Ciudad, la zonificación de infraestructura y calidades de servicio y la negación antinatural a la mezcla de usos de suelo.
3.- Asfixia social, por falta de un espacio público adecuado, sobre todo en aquellas nuevas extensiones de la Ciudad.
4.- Incapacidad motriz, rigidez en músculos y principios de cuadriplegia por falta de una buena circulación debida a una red de transporte público desfigurada, no sustentable, desorganizada y de pésima calidad. Una red de movilidad trunca.
5.- Fagocitosis negativa, al consumir indiscriminadamente los recursos nutritivos y alimentarios. Existe un fenómeno de depredación de los recursos ambientales que comprometen al organismo en el proceso de rehabilitar constantemente sus fluidos y tejidos.
6.- Deformación al crecimiento del sistema linfático y nervioso de la Ciudad, que se manifiesta de diversas maneras por la falta de oportunidad o el alto costo de organizarla y cuidarla; la desfiguración de los centros urbanos o la carencia de un esqueleto legible de infraestructura.
7.- Sedentarismo al obligar a las personas a utilizar el vehículo ante la falta de infraestructura que estimule la peatonalidad.
8.- Resequedad y deshidratación dado el abatimiento de los mantos acuíferos de la región metropolitana en virtud del hiperconsumo de agua frente a una casi nula actividad de saneamiento y reutilización .
9.- Atrofia del espacio construido o falta de saturación que se agrava con la apertura de nuevos polos de desarrollo que dejan suelos inútiles en el área urbanizada.
10.- Linfomas cancerígenos derivados o producidos constantemente por un fenómeno compuesto de sobre-regulación y corrupción en el proceso de gestión del desarrollo urbano.
Como cirujano de la Ciudad, el médico urbano debe tener cuidado con las cicatrices que puede dejar. La fase posterior a una intervención para garantizar el éxito debe ser bien diseñada. En algunas zonas la terapia de rehabilitación tiene que venir coordinada por el Gobierno si se quiere que sea más rápida o dirigida en su primer etapa de convalecencia; puede hacerse mediante la intervención con obra pública, dando vitaminas a manera de incentivos fiscales o bien implantando prótesis que devuelvan la capacidad motriz de la economía de una zona: como podría ser un estadio, un mercado o una institución educativa. El Estado impulsará la proliferación de células nuevas: vivienda y locales comerciales; talleres, nuevos centros de servicios; provisión de alimentos y abasto en general. El objetivo es siempre la creación de conexiones como expresa Salingaros sin afectar los órganos vitales o modificar su función en el entramado. Una Ciudad cobra vida (o se restablece) “solo si su geometría permite un enorme variación en sus conexiones, lo que le permite evolucionar tal como lo hace un organismo (vivo)…” concluye el autor de Principios de la Estructura Urbana.
Según el blog de internet “The New Colonist” dedicado a relatar lo que ellos denominan el regreso de suburbia, evocando la idea de que existe una especie de arrepentimiento colectivo respecto de este modelo de crecimiento, el médico especialista en genética de la Universidad de Harvard Joel Hirschhorn , autor del Libro El Sprawl Mata, señala que el diseño de las comunidades sustenta o bien una forma sedentaria de vivir o una vida activa de sus ocupantes. Según sus conclusiones, el sprawl a creado un nuevo padecimiento que él denomina el “Síndrome de Muerte por Sedentarismo”. Según cifras citadas por él en su artículo From the Bronx to Sprawl to Smart Growth, más de 400,000 personas mueren prematuramente a causa del modo de vida sedentario que provoca el Sprawl vinculado a otras enfermedades fundamentalmente cardiovasculares. Termina afirmando, que en Estados Unidos este mal pronto superará como causa de muerte al tabaquismo.
Ideas que amenazan con ser una conclusión.
La ciencia del diseño urbano y el lenguaje de patrones pueden curar muchos de los síntomas de una Ciudad enferma, ya que el lenguaje de patrones es una metodología que permite descubrir vacunas y aplicarlas a tiempo. Asimismo es capaz de recetar el tratamiento correcto a un sujeto que ya presenté los síntomas de uno de tantos padecimientos como los citados en el presente ejercicio ensayístico.
La salud de la Ciudad como ente vivo se manifiesta a través de su infraestructura y del modo como se comporta el espacio público. No podemos renunciar a una aspiración de derecho fundamental como es la salud citadina. El gobierno debe impulsar un modelo de desarrollo urbano que garantice equipamientos y áreas verdes para la ecuanimidad y estabilidad emocional de la Ciudad.
El derecho urbanístico, concebido en este orden de ideas como un estudio de inmunología para la urbe, debe trabajar en lo más profundo de la genética citadina para descubrir el modo de infiltrar patrones positivos en las normas que regulan el sistema jurídico alrededor del desarrollo urbano para impulsar la recreación de la cualidad sin nombre en cada nuevo proyecto.
El médico urbano debe ser fiel a su juramento hipocrático y refrendarlo en una lucha constante contra la seducción de negocios financieros que en lugar de hacer Ciudad propagan la «tinacolanditis» * cual pandemia en todo el territorio mexicano.
* tinácos Rotoplas como visión urbana común de nuestras ciudades